¡Me disculpa, en un momento estoy de nuevo con usted! El tiempo, el campo unificado y el cerebro

INGRESARIOS: aprende a GENERAR Ingresos

Parte 2/3

Por

José Edgar Castaño, M-D

Neurofacilitador

Bogotá, agosto 8° de 2019

Dedicaremos algunas líneas para terminar de redondear las ideas y también para dar ejemplo de la manera como funcionamos en el reconocimiento del riesgo y en la toma de decisiones dentro de la temporalidad automática, o autónoma o instantánea.

Lo primero es definir lo que es “autónomo” dado que los demás términos que venimos usando son conocidos y frecuentemente usados.

Autónomo significa que “no requiere intervención de la consciencia del individuo” y que, como mecanismo de protección, se activa o desactiva de forma automática. En mi experiencia como médico he podido observar este comportamiento en las personas que estando inconscientes, todavía pueden presentar respuestas de retirada, por ejemplo, como ocurre cuando se estimula alguna de sus extremidades con una aguja o un elemento punzante que les provoque un dolor fuerte, aunque de forma dosificada y sin hacerles daño. En estas personas se puede observar que retiran o encogen sus extremidades en un intento de “huirle” al estímulo doloroso que les aflige. En estas circunstancias no son conscientes, después, de las reacciones de sus extremidades, aunque es claro que han ocurrido.

Ahora bien, dentro de la amplia variedad de respuestas “instantáneas” que el sistema nervioso autónomo nos prodiga, están los reflejos o actividad refleja. Repito que para nada participa en la decisión de estas repuestas la consciencia del individuo. Y en este punto es donde se establece la diferencia entre una reacción del cuerpo, que es lo mismo que denominarla “refleja, y las respuestas que damos una vez que la consciencia participa, así sea brevemente en la decisión de la actividad final.

Recordarán los lectores alguna ocasión en que fueron sorprendidos por el sonido imperativo de una claxon o pito de auto, en un evento en el cual ustedes estuvieron tratando de pasar de un extremo de la calle al otro, en medio del tumulto de la gente y de los vehículos. Y que quizás lo hubieran hecho sin colocar debida atención a lo que sucedía en el entorno. Y hubieran dado un “salto sorpresivo e inesperado”, sin pensarlo, para alcanzar “refugio y protección” en la acera más próxima, sin siquiera identificar realmente una situación real de peligro ni su relación con ustedes…

Este evento no es tan insólito…

Y para mayor sorpresa y una vez situados con seguridad sobre la acera, se hubieran dedicado a observar e interpretar – ahora sí con calma, - cuál era realmente la situación amenazante…Y se hubieran percatado que el sonido de la alarma imperativa no era para ustedes sino para otro peatón situado a más de 10 metros de distancia…

Así son las reacciones instantáneas o automáticas que damos desde el nivel neuro biológico cuando nos enfrentamos a situaciones potenciales de amenaza de la integridad y para preservar de manera refleja la vida.

No se piensa nada, solo se reacciona. Ocurren en circunstancias de inmediatez decisiva y puntual, en donde “el que piensa pierde o puede morir.”