La fuerza del perdón: un camino de fe y reconciliación
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11/11/2024 – Jesús nos enseña que el verdadero amor exige perdonar una y otra vez, aun ante el dolor de la ofensa reiterada. Para seguir su ejemplo, debemos tener una fe profunda que nos impulse a sanar, a corregir con misericordia y a estrechar lazos fraternos. Así, el perdón se convierte en una herramienta de paz que transforma y une, superando la separación causada por el pecado.
Después dijo a sus discípulos: “Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!
Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo”. Los Apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, ella les obedecería”. San Lucas 17,1-6
Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo.
• Corregir fraternalmente: a solas, con otro testigo, delante de la comunidad. Objetivo ganar la vida del hermano.
• La recurrencia en el pecado y el perdón cada vez que se arrepiente: cuantas veces tendré que perdonar a mi hermano, hasta siete veces, no solo siete veces, sino setenta veces siete. Hay una condición que el que peca se arrepienta.
• Para obedecer a este mandato de misericordia hay que tener mucha fe en el amor que es capaz de vencer las fuerzas del mal.
1. El perdón como fuerza de liberación
El escándalo es inevitable y es fruto de la fuerza aniquiladora del pecado que contradice en los hijos de Dios la filiación divina y la consecuente fraternidad por ser hijos de un mismo Padre. El escándalo es inevitable en cuanto el pecado es un parte constitutiva del ser humano: “el que dice que no tiene pecado miente” dice Juan en la primera de las cartas El pecado es siempre una ruptura con Dios y sus mandatos y una ruptura con los hermanos a los que pertenecemos como hijos de un mismo Padre.
El perdón, como expresión del amor misericordioso de Dios es el que esconde en si la capacidad de reparar el daño de escándalo que el pecado es capaz de generar, el perdón se ejercita sacramentalmente en la fraternidad en la comunidad, de ahí: “Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo”.
Es tan fuerte la acción de la fuerza de mal que se esconde en la herida del pecado que no es difícil repetirse en el: “si peca siete veces al día contra ti” , a esta presencia inquietante y amenazadora de destrucción se la vence con la fuerza integradora de la misericordia: si después de perdonado se equivoca y otras tantas vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo”, es la única manera de reconstituir lo dañado en los vínculos, es mas que la justicia, la misericordia termina por vencer la necedad escandalosa de la fuerza aniquiladora del pecado
2. Solo la fe nos capacita para repetirnos en el amor de perdón
Jesús después de insistir en la necesidad de perdonar siempre, despierta en los apóstoles la necesidad de una fe mayor: “Auméntanos la fe”. Es que ante las reiteradas ofensas uno percibe la debilidad propia del amor de perdón. No está en la naturaleza humana herida por el pecado el remedio al mal de destrucción que opera este misterio de iniquidad, por lo tanto es necesario recurrir al que por Amor nos dio a su propio Hijo como remedio ante esta fuerza de destrucción.
Es natural que ante las ofensas recibidas de manera reiterada, donde no esta en riesgo nuestra integridad física y moral, se produzca un hartazgo, nos encontremos con el propio limite hasta decir, hasta llega mi amor.
Sin embargo esa distancia que genera en lo vincular la ruptura de las ofensas recibidas solo se pueden superar por la fuerza de un amor superior capaz de acortar la distancias, de ahí la invitación de Jesús a crecer en nuestra fe para el perdón. Es una de en el poder que Dios tiene de capacitarnos en un amor que es mas fuerte que la muerte vincular que genera el pecado.
En el fondo Jesús nos invita a creer que el amor puede más que la muerte de la división fraterna
3. Darnos la oportunidad de encontrarnos en el perdón tirando puentes
Cuando la ofensa se instalo en los vínculos generando rupturas que nos distancian, es necesario abrirnos a la oportunidad de encuentros que nos permitan estrechar vínculos, tirando puentes que pongan en contacto una orilla con la otra. Palabras y gestos de acercamiento que nos permitan olvidar lo pasado para animarnos a lo nuevo pasando de un lado a otro ensanchando la carretera de doble mano, para ir y venir moviéndonos con la amplitud y libertad que genera el amor de perdón.
El lugar desde donde se puede ejercitar esta tarea es el dejarnos salir al encuentro por el que cuando estábamos lejos y éramos incapaces de volver a El nos salió al encuentro con la entrega de amor incondicional hasta darnos su propia vida.
Ese dejarnos alcanzar por Jesús y su gracia de perdón nos capacita para ser creativos en el tirar puentes que favorezcan el encuentro
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