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En diez años de matrimonio igualitario, las familias diversas se han afirmado

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Hace diez años, Francia se convertía en el decimocuarto país en legalizar el matrimonio igualitario así como la adopción por parejas del mismo sexo estableciendo también un marco protector legal para la filiación de esas familias. Un combate álgido tanto en la calle como en la Asamblea Nacional que ha dejado huellas. Diez años más tarde, los avances para las parejas del mismo sexo y sus familias son tangibles. Pero queda trabajo en el camino hacia la igualdad.

Un día de primavera en la pequeña ciudad de Flers, en Normandía, a dos horas de París. Ojos brillantes, pelo recogido y manos pequeñitas, la máxima ilusión de Margaux en esta tarde nublada es subir a su nuevo trampolín en el jardín amplio y florido.

Al entrar en la casa de piedra típica de la arquitectura normanda, lo primero que destaca es la pared de la escalera llena de fotos de la familia: de la más pequeña de la casa, de Papou –Yamisel Santana- y de Papa – David Boisjot Santa.

Con la aprobación de la ley y su confirmación definitiva por el Consejo constitucional el 17 de mayo del 2013, las parejas del mismo sexo que desearan casarse obtuvieron los mismos derechos sociales, fiscales, de sucesión y de filiación que las parejas heterosexuales, respondiendo así a un clamor de varias décadas del movimiento LGBTQ+ en Francia.

Yamisel y David Boisjot Santana se casaron en 2015, dos años tras la aprobación y varios más de vida común: “Decidimos casarnos para poder seguir avanzando en la vida que queríamos”, recuerda Yamisel.

"Queríamos proteger nuestra pareja porque el Pacs, el pacto civil de solidaridad que podía contraer cualquier pareja desde 1999, no ofrecía la misma cosa que el matrimonio -también nos casamos porque nos queremos -pero también teníamos ganas de adoptar y también queríamos reivindicar el derecho de casarnos y tener los mismos derechos que los demás", agrega David.

Al principio, la adopción, que la ley votada en el 2013 permitió, no era prioridad, “eso vino poco a poco, con el tiempo, con la estabilidad que teníamos en la pareja. Lo primero era instalar las condiciones socio económicas para estabilizar nuestra familia”.

Entre todos los requisitos psicológicos y sociales que hay que reunir, la estabilidad financiera es capital sobre todo si se opta por una adopción en el extranjero porque, además de los trámites y los abogados, hay que contemplar viajes, estadías y periodos largos sin trabajar.

Un proyecto en Colombia

Cuando Yamisel y David comienzan su camino de adopción, acuden a Colombia, por la buena reputación del país en esa materia, por su transparencia, siendo tan tortuoso y largo el camino de la adopción en Francia para cualquier pareja.

Yamisel recuerda que tras la primera reunión de información a la que asistieron en el 2017 se desanimaron mucho y decidieron no continuar porque nos pintaron el mundo de la adopción en Francia, sobre todo para las parejas del mismo sexo, como misión imposible”

Luego retomaron en otra localización donde el panorama se despejó: “Las personas nos recibieron bien. Lo primero que planteamos fue que somos pareja del mismo sexo y como vimos que no había problemas, entonces seguimos”.

Una serie de procesos que se tramitan en las instituciones departamentales les permite obtener un valioso documento que indica que la pareja está apta para adoptar en Francia y luego en el extranjero.

"Habíamos empezado en Colombia, habíamos censurado la idea de tener un bebé porque a las parejas homosexuales les dan en adopción a los niños más grandes, a hermanos y hermanas. Habíamos avanzado bastante con nuestro proyecto colombiano. También habíamos hablado mucho de lo que sería adoptar niños más grandes... Y un día que estaba trabajando, recibí una llamada del Consejo departamental que maneja las adopciones. Me dijeron que nos querían ver al día siguiente”, sonríe David.

“Sabíamos que era para anunciarnos algo. Nos recibieron de manera muy formal, nos mostraron una foto de Margaux y nos dijeron, 'esta es su hijita' y la van a conocer el martes. Era viernes. Y ahí....o sea caímos en cuenta que tendríamos un bebé y empezó un fin de semana frenético. Estábamos locos de alegría y al mismo tiempo con mucho estrés porque teníamos que preparar la casa. Nos reusábamos a preparar un cuarto sin niño porque teníamos que seguir con nuestra vida y si nunca llegaba ese momento....Nuestras amigas nos regalaron todo lo que necesitábamos. No hicimos baby shower. Y el martes 16 de febrero del 2021 conocimos a Margaux que acababa de cumplir tres meses, y una semana después estaba con nosotros. Alcanzamos a tener su cuarto listo y Papou había preparado una linda decoración.”

La llegada de Margaux

En menos de dos años, Yamisel y David se convirtieron en padres y fueron la primera pareja de dos hombres, en el departamento de l’Essonne en Isla de Francia, que consiguió adoptar. En tiempo récord. Eso fue en gran parte posible gracias a una nueva psicóloga que acababa de integrar los procesos oficiales de la adopción y venía con la misión de “hacer cambiar las cosas”.

Cueste lo que cueste, iba a presentar proyectos de familias del mismo sexo para ver lo que lograba. Nos dijo que éramos los primeros y que no seríamos los últimos”.

Es difícil trasladar cómo brillan los ojos de Papou y Papa cuando cuentan la llegada de Margaux. La pequeñita fue abandonada por su madre biológica a su nacimiento de manera anónima bajo una figura legal llamada "bajo X". La chiquita que pronto entrará a la escuela maternal sabe que la cigüeña no tiene nada que ver en esta aventura y que su familia es diversa.

Los padres primerizos

Al llegar Margaux a casa, se abre un nuevo capítulo con los temores y los tanteos de los padres primerizos. Al principio, para estar a la altura, los padres se imponían estándares casi inalcanzables. Pero poco a poco se dieron cuenta de que “no queríamos ser la pareja de padres perfecto para la sociedad ni para nosotros. Queríamos simplemente ser padres, tener todos los problemas que tienen todos los padres y madres de este mundo, un niño que llora a las 06:00 de la mañana, ser igual que los otros, tener un niño, que llena la casa de alegría”.

Y también los desafíos que enfrenta una pareja homoparental. Pero más allá de algunas anécdotas desagradables o de miradas curiosas o inquisitivas, Yamisel y David están serenos con el lugar que ocupan como familia en la sociedad. Hace menos de un año, una oportunidad laboral los llevó a Normandía. La región los ha recibido con los brazos abiertos, con facilidades administrativas e incluso libros sobre la adopción y las familias como la suya para su hija.

"No tenemos un comportamiento ostentatorio, pero nos ven aquí, dos hombres con una niña, se sabe que somos dos papás, la sociedad ha evolucionado en el sentido correcto, muchas veces mejor y más rápido que las instituciones", afirma David.

Hace diez años, un horizonte lejano

Una evolución palpable sin duda. Pero el casi cuento de hadas de la familia Santana Bouasjot no es representativo. En diez años de matrimonio igualitario, de 23000 expedientes de adopción solo 250 parejas han podido adoptar. Yamisel y David adoptaron en 20 meses. Los que no han logrado adoptar llevan esperando siete o diez años.

Estadísticamente, las parejas pasan entre cinco y siete años antes de que les propongan un hijo o una hija. La asociación de padres y futuros padres y madres gay precisa, sin embargo, que miembros de su asociación han logrado en menos de tres años, y muchas veces pequeñitos de menos de 2 años en buena salud y no “con particularidades”.

Lo que es poco, pero hace una década cuando el gobierno socialista de François Hollande promovió la ley, este horizonte parecía más que lejano. Al proponer el matrimonio igualitario, la adopción y la filiación, se prendió una chispa en la sociedad francesa que dejó huellas sociales y políticas.

La "inesperada" Manif pour tous

“Un papá, una mamá”, gritaban los opositores a la ley para quienes un niño o una niña solo podían ser criados en el marco de la familia tradicional. Entre el otoño boreal del 2012 y la primavera del 2013, manifestaciones similares con miles de personas venidas de todo el país y de todos los ámbitos ocuparon las primeras planas de los diarios.

El movimiento “La manif pour tous”, en eco al nombre propuesto por la ministra de la justicia Christiane Taubira, “le mariage pour tous” - el matrimonio para todos - tomó un auge político inaudito. Un movimiento más que todo de corte religioso, pero no solamente.

“Esta reacción la esperaba muy poca gente. Cabe decir que en Francia ya existía el Pacs entre personas tanto heterosexuales como homosexuales. Entonces Francia estaba como a distancia de otros países europeos como España, que habían legislado el matrimonio entre personas del mismo sexo desde 2005 y otros países como Países Bajos. Entonces el gobierno de Francia decide legislar sobre el tema que era una deuda de la izquierda francesa desde hace años. La ministra de Justicia, Christiane Taubira propone que se aborde el matrimonio como institución para personas del mismo sexo, el matrimonio igualitario, en español”, explica Victor Hugo Ramirez García, soy profesor investigador en la Universidad de París.

Y agrega que comenzaron a surgir reacciones conservadoras en toda Francia contra ese “matrimonio para todos”.

“También sorprendía del perfil de la población que estaba en contra, porque, en efecto, se esperaba que la población conservadora y seguidora de su fe estuviera en contra. Pero sorprendían personas de un perfil casi intelectual, ateo, también que se decían en contra por una razón que muchas personas decían antropológica. Es decir, que, a las infancias, a los niños y a las niñas les hacía falta la figura tanto materna como paterna. Ese era un argumento que se escuchaba de personas bastante, vamos a decir, de una escolaridad alta, sin religión. Entonces había diferentes argumentos que resaltaban de ciertos perfiles de población que no esperábamos que se dieran, al menos en un país como Francia”.

Una postura minoritaria, cierto, pero que también se manifestó.... miembros de la comunidad LGBTQ+ rechazaban el matrimonio como institución y que no veían útil reproducir el esquema de la familia heterosexual.

Los errores de gobierno Hollande

A ese movimiento de la “Manif pour tous”, compuesto por ciudadanos, se aglutinaron figuras políticas de la derecha y de la ultraderecha por convicción, para algunos, y por oportunismo político, para otros. La masiva oposición dejó al descubierto las fragilidades de la propuesta de la ministra Taubira y su gobierno.

“Hubo dos cosas en esa época, la primera tiene que ver con la infancia y que los lobbies religiosos sintieron exasperación, porque hasta hace poco controlaban la adopción. La segunda cosa es que el proyecto de la ley era introducir a las parejas homosexuales en la institución del matrimonio cuya base es religiosa. En nuestra comunidad se debatió sobre el termino de ‘matrimonio’. Decíamos evidentemente que no queríamos el matrimonio religioso pero algo que protegiera nuestras familias y nuestras parejas. Fueron los representantes políticos los que fueron a buscar la violencia de hace diez años cuando le dijeron a los religiosos que las parejas homosexuales iban a entrar en el esquema del matrimonio por que la unión en el código civil es una copia del matrimonio religioso. Volvimos a ver las mismas crispaciones cuando el debate por la reproducción medicamente asistida para mujeres porque se trata de la infancia”, recuerda La asociación de padres y futuros padres y madres gay.

Fueron largos meses de debates en la calle, en los medios y en la asamblea nacional en donde las discusiones fueron más que álgidas

Lucas Forient, 39 años y pronto 8 años de casado, conoció a su marido durante las manifestaciones en favor del matrimonio igualitario.

Recuerda sus motivaciones para abogar por esta ley : “Antes de esta ley no había posibilidades de tener una vida como los otros. No me casé por culpa de la ley, pero la ley me permitió casarme para tener una vida normal. La posibilidad de casarme, de comprar juntos, de jubilarnos juntos, de tener herencia juntos, poder adoptar, tener hijos reconocidos por el Estado, por la escuela. Cuando tu seguro de salud funciona, también para tu pareja, funciona también para tu niño o niña y eso es importante. Es algo que el PACS permitía, hasta cierto punto, pero el hecho de casarse te da más seguridad y así puedes vivir tu vida mucho más tranquilo”.

Lucas y su marido no quieren tener hijos pero marcharon para que otros pudieran tenerlos. De la pugna de hace diez años recuerda también la violencia homófoba que se desató. El reporte anual de SOS homofobia indica un alza de un 78% de los actos homófobos durante el periodo del debate sobre el matrimonio igualitario.

Violencia que se trasladó verbalmente a la cámara baja. Pero tras 136 horas de debate en el Parlamento, la ley Taubira fue adoptada el 23 de abril del 2013.

Al pasar la ley, el movimiento de la “Manif pour tous” no perdió ímpetu, llegó a alcanzar envergadura europea y se hace presente en cada debate de sociedad como la eutanasia. De hecho, la primera versión de la ley Taubira preveía un debate enseguida sobre la procreación medicamente asistida para todas las mujeres. Pero dio marcha atrás por temor a reactivar las tensiones.

Casarse por elección y no por necesidad

Habrá que esperar el 2 de agosto del 2021 para que el Parlamento abra la llamada PMA a todas las mujeres, incluyendo a las solteras. Y la ley de bioética de febrero del 2021 simplifica los trámites de filiación para las parejas de mujeres.

“Para mí el matrimonio no protegía del todo a las familias, porque antes de la ley sobre la bioética se tenía que hacer una adopción intrafamiliar tras una PMA. Y durante un año, una de las dos mamás no era reconocida. Para mí, el matrimonio era una cuestión de igualdad” pero la ley del 2013 no resolvió todos los problemas, estima Hélène Avril.

Aimée la pequeñita de Helene y su compañera fue concebida en Madrid. Antes de cruzar la frontera, la pareja hizo una declaración con un notario para que en el momento del nacimiento las dos madres sean reconocidas. Lo que la pareja percibió como una injusticia porque un hombre puede declarar a un recién nacido en la alcaldía sin probar nada y sin siquiera ser el padre biológico.

A pesar de ese sin sabor, Hélène y su pareja aplauden la apertura de las instituciones: “Cuando fuimos ayuntamiento todo fue muy acogedor y todo estaba listo. En la maternidad también. Todo estaba listo para estas nuevas familias y eso que fuimos las primeras”.

Según el Instituto nacional de la estadística, 70658 parejas se han unido gracias a la ley Taubira, o sea un 3% de todos los matrimonios civiles celebrados en una década.

Por ahora, Hélene y su novia no tienen contemplado casarse, sobre todo, porque no necesitan el amparo de esa institución para garantizar la filiación. Pero “era un paso muy importante hace diez años, darle visibilidad a esas parejas. Culturalmente, la sociedad se ha hecho a la idea”.

Cuando uno busca un derecho no es para que el derecho sea explotable por todos, sino para que exista. No era por abogar un cierto tipo de relación institucionalizada, sino para que simplemente la sociedad fuera igual y otorgara los mismos derechos a todas las personas. Pero en efecto, hay muy pocas personas homosexuales, lesbianas, que se casan”, apunta Víctor Hugo Ramírez García.

En una década el camino ha sido largo y empedrado. Muchos temas de igualdad quedan pendientes empezando simplemente por los formularios de algunas administraciones que siguen escribiendo "padre y madre". Y en cuanto a la adopción, una revisión se impone para disminuir el tiempo de espera, sin hablar de la GPA, los vientres de alquiler, que sigue estrictamente prohibida en Francia. Pero en 10 años, la familia homoparental y las uniones del mismo sexo se han vuelto una realidad y se han unido a un cambio mucho más amplio de la configuración de la familia o de lo que significa una familia.

Un magazine de Florencia Valdés, realizado por Pierre Zanutto

Gracias a Yamisel, David, Lucas, Hélène y a las más chiquitas, Margaux y Aimée.

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Hace diez años, Francia se convertía en el decimocuarto país en legalizar el matrimonio igualitario así como la adopción por parejas del mismo sexo estableciendo también un marco protector legal para la filiación de esas familias. Un combate álgido tanto en la calle como en la Asamblea Nacional que ha dejado huellas. Diez años más tarde, los avances para las parejas del mismo sexo y sus familias son tangibles. Pero queda trabajo en el camino hacia la igualdad.

Un día de primavera en la pequeña ciudad de Flers, en Normandía, a dos horas de París. Ojos brillantes, pelo recogido y manos pequeñitas, la máxima ilusión de Margaux en esta tarde nublada es subir a su nuevo trampolín en el jardín amplio y florido.

Al entrar en la casa de piedra típica de la arquitectura normanda, lo primero que destaca es la pared de la escalera llena de fotos de la familia: de la más pequeña de la casa, de Papou –Yamisel Santana- y de Papa – David Boisjot Santa.

Con la aprobación de la ley y su confirmación definitiva por el Consejo constitucional el 17 de mayo del 2013, las parejas del mismo sexo que desearan casarse obtuvieron los mismos derechos sociales, fiscales, de sucesión y de filiación que las parejas heterosexuales, respondiendo así a un clamor de varias décadas del movimiento LGBTQ+ en Francia.

Yamisel y David Boisjot Santana se casaron en 2015, dos años tras la aprobación y varios más de vida común: “Decidimos casarnos para poder seguir avanzando en la vida que queríamos”, recuerda Yamisel.

"Queríamos proteger nuestra pareja porque el Pacs, el pacto civil de solidaridad que podía contraer cualquier pareja desde 1999, no ofrecía la misma cosa que el matrimonio -también nos casamos porque nos queremos -pero también teníamos ganas de adoptar y también queríamos reivindicar el derecho de casarnos y tener los mismos derechos que los demás", agrega David.

Al principio, la adopción, que la ley votada en el 2013 permitió, no era prioridad, “eso vino poco a poco, con el tiempo, con la estabilidad que teníamos en la pareja. Lo primero era instalar las condiciones socio económicas para estabilizar nuestra familia”.

Entre todos los requisitos psicológicos y sociales que hay que reunir, la estabilidad financiera es capital sobre todo si se opta por una adopción en el extranjero porque, además de los trámites y los abogados, hay que contemplar viajes, estadías y periodos largos sin trabajar.

Un proyecto en Colombia

Cuando Yamisel y David comienzan su camino de adopción, acuden a Colombia, por la buena reputación del país en esa materia, por su transparencia, siendo tan tortuoso y largo el camino de la adopción en Francia para cualquier pareja.

Yamisel recuerda que tras la primera reunión de información a la que asistieron en el 2017 se desanimaron mucho y decidieron no continuar porque nos pintaron el mundo de la adopción en Francia, sobre todo para las parejas del mismo sexo, como misión imposible”

Luego retomaron en otra localización donde el panorama se despejó: “Las personas nos recibieron bien. Lo primero que planteamos fue que somos pareja del mismo sexo y como vimos que no había problemas, entonces seguimos”.

Una serie de procesos que se tramitan en las instituciones departamentales les permite obtener un valioso documento que indica que la pareja está apta para adoptar en Francia y luego en el extranjero.

"Habíamos empezado en Colombia, habíamos censurado la idea de tener un bebé porque a las parejas homosexuales les dan en adopción a los niños más grandes, a hermanos y hermanas. Habíamos avanzado bastante con nuestro proyecto colombiano. También habíamos hablado mucho de lo que sería adoptar niños más grandes... Y un día que estaba trabajando, recibí una llamada del Consejo departamental que maneja las adopciones. Me dijeron que nos querían ver al día siguiente”, sonríe David.

“Sabíamos que era para anunciarnos algo. Nos recibieron de manera muy formal, nos mostraron una foto de Margaux y nos dijeron, 'esta es su hijita' y la van a conocer el martes. Era viernes. Y ahí....o sea caímos en cuenta que tendríamos un bebé y empezó un fin de semana frenético. Estábamos locos de alegría y al mismo tiempo con mucho estrés porque teníamos que preparar la casa. Nos reusábamos a preparar un cuarto sin niño porque teníamos que seguir con nuestra vida y si nunca llegaba ese momento....Nuestras amigas nos regalaron todo lo que necesitábamos. No hicimos baby shower. Y el martes 16 de febrero del 2021 conocimos a Margaux que acababa de cumplir tres meses, y una semana después estaba con nosotros. Alcanzamos a tener su cuarto listo y Papou había preparado una linda decoración.”

La llegada de Margaux

En menos de dos años, Yamisel y David se convirtieron en padres y fueron la primera pareja de dos hombres, en el departamento de l’Essonne en Isla de Francia, que consiguió adoptar. En tiempo récord. Eso fue en gran parte posible gracias a una nueva psicóloga que acababa de integrar los procesos oficiales de la adopción y venía con la misión de “hacer cambiar las cosas”.

Cueste lo que cueste, iba a presentar proyectos de familias del mismo sexo para ver lo que lograba. Nos dijo que éramos los primeros y que no seríamos los últimos”.

Es difícil trasladar cómo brillan los ojos de Papou y Papa cuando cuentan la llegada de Margaux. La pequeñita fue abandonada por su madre biológica a su nacimiento de manera anónima bajo una figura legal llamada "bajo X". La chiquita que pronto entrará a la escuela maternal sabe que la cigüeña no tiene nada que ver en esta aventura y que su familia es diversa.

Los padres primerizos

Al llegar Margaux a casa, se abre un nuevo capítulo con los temores y los tanteos de los padres primerizos. Al principio, para estar a la altura, los padres se imponían estándares casi inalcanzables. Pero poco a poco se dieron cuenta de que “no queríamos ser la pareja de padres perfecto para la sociedad ni para nosotros. Queríamos simplemente ser padres, tener todos los problemas que tienen todos los padres y madres de este mundo, un niño que llora a las 06:00 de la mañana, ser igual que los otros, tener un niño, que llena la casa de alegría”.

Y también los desafíos que enfrenta una pareja homoparental. Pero más allá de algunas anécdotas desagradables o de miradas curiosas o inquisitivas, Yamisel y David están serenos con el lugar que ocupan como familia en la sociedad. Hace menos de un año, una oportunidad laboral los llevó a Normandía. La región los ha recibido con los brazos abiertos, con facilidades administrativas e incluso libros sobre la adopción y las familias como la suya para su hija.

"No tenemos un comportamiento ostentatorio, pero nos ven aquí, dos hombres con una niña, se sabe que somos dos papás, la sociedad ha evolucionado en el sentido correcto, muchas veces mejor y más rápido que las instituciones", afirma David.

Hace diez años, un horizonte lejano

Una evolución palpable sin duda. Pero el casi cuento de hadas de la familia Santana Bouasjot no es representativo. En diez años de matrimonio igualitario, de 23000 expedientes de adopción solo 250 parejas han podido adoptar. Yamisel y David adoptaron en 20 meses. Los que no han logrado adoptar llevan esperando siete o diez años.

Estadísticamente, las parejas pasan entre cinco y siete años antes de que les propongan un hijo o una hija. La asociación de padres y futuros padres y madres gay precisa, sin embargo, que miembros de su asociación han logrado en menos de tres años, y muchas veces pequeñitos de menos de 2 años en buena salud y no “con particularidades”.

Lo que es poco, pero hace una década cuando el gobierno socialista de François Hollande promovió la ley, este horizonte parecía más que lejano. Al proponer el matrimonio igualitario, la adopción y la filiación, se prendió una chispa en la sociedad francesa que dejó huellas sociales y políticas.

La "inesperada" Manif pour tous

“Un papá, una mamá”, gritaban los opositores a la ley para quienes un niño o una niña solo podían ser criados en el marco de la familia tradicional. Entre el otoño boreal del 2012 y la primavera del 2013, manifestaciones similares con miles de personas venidas de todo el país y de todos los ámbitos ocuparon las primeras planas de los diarios.

El movimiento “La manif pour tous”, en eco al nombre propuesto por la ministra de la justicia Christiane Taubira, “le mariage pour tous” - el matrimonio para todos - tomó un auge político inaudito. Un movimiento más que todo de corte religioso, pero no solamente.

“Esta reacción la esperaba muy poca gente. Cabe decir que en Francia ya existía el Pacs entre personas tanto heterosexuales como homosexuales. Entonces Francia estaba como a distancia de otros países europeos como España, que habían legislado el matrimonio entre personas del mismo sexo desde 2005 y otros países como Países Bajos. Entonces el gobierno de Francia decide legislar sobre el tema que era una deuda de la izquierda francesa desde hace años. La ministra de Justicia, Christiane Taubira propone que se aborde el matrimonio como institución para personas del mismo sexo, el matrimonio igualitario, en español”, explica Victor Hugo Ramirez García, soy profesor investigador en la Universidad de París.

Y agrega que comenzaron a surgir reacciones conservadoras en toda Francia contra ese “matrimonio para todos”.

“También sorprendía del perfil de la población que estaba en contra, porque, en efecto, se esperaba que la población conservadora y seguidora de su fe estuviera en contra. Pero sorprendían personas de un perfil casi intelectual, ateo, también que se decían en contra por una razón que muchas personas decían antropológica. Es decir, que, a las infancias, a los niños y a las niñas les hacía falta la figura tanto materna como paterna. Ese era un argumento que se escuchaba de personas bastante, vamos a decir, de una escolaridad alta, sin religión. Entonces había diferentes argumentos que resaltaban de ciertos perfiles de población que no esperábamos que se dieran, al menos en un país como Francia”.

Una postura minoritaria, cierto, pero que también se manifestó.... miembros de la comunidad LGBTQ+ rechazaban el matrimonio como institución y que no veían útil reproducir el esquema de la familia heterosexual.

Los errores de gobierno Hollande

A ese movimiento de la “Manif pour tous”, compuesto por ciudadanos, se aglutinaron figuras políticas de la derecha y de la ultraderecha por convicción, para algunos, y por oportunismo político, para otros. La masiva oposición dejó al descubierto las fragilidades de la propuesta de la ministra Taubira y su gobierno.

“Hubo dos cosas en esa época, la primera tiene que ver con la infancia y que los lobbies religiosos sintieron exasperación, porque hasta hace poco controlaban la adopción. La segunda cosa es que el proyecto de la ley era introducir a las parejas homosexuales en la institución del matrimonio cuya base es religiosa. En nuestra comunidad se debatió sobre el termino de ‘matrimonio’. Decíamos evidentemente que no queríamos el matrimonio religioso pero algo que protegiera nuestras familias y nuestras parejas. Fueron los representantes políticos los que fueron a buscar la violencia de hace diez años cuando le dijeron a los religiosos que las parejas homosexuales iban a entrar en el esquema del matrimonio por que la unión en el código civil es una copia del matrimonio religioso. Volvimos a ver las mismas crispaciones cuando el debate por la reproducción medicamente asistida para mujeres porque se trata de la infancia”, recuerda La asociación de padres y futuros padres y madres gay.

Fueron largos meses de debates en la calle, en los medios y en la asamblea nacional en donde las discusiones fueron más que álgidas

Lucas Forient, 39 años y pronto 8 años de casado, conoció a su marido durante las manifestaciones en favor del matrimonio igualitario.

Recuerda sus motivaciones para abogar por esta ley : “Antes de esta ley no había posibilidades de tener una vida como los otros. No me casé por culpa de la ley, pero la ley me permitió casarme para tener una vida normal. La posibilidad de casarme, de comprar juntos, de jubilarnos juntos, de tener herencia juntos, poder adoptar, tener hijos reconocidos por el Estado, por la escuela. Cuando tu seguro de salud funciona, también para tu pareja, funciona también para tu niño o niña y eso es importante. Es algo que el PACS permitía, hasta cierto punto, pero el hecho de casarse te da más seguridad y así puedes vivir tu vida mucho más tranquilo”.

Lucas y su marido no quieren tener hijos pero marcharon para que otros pudieran tenerlos. De la pugna de hace diez años recuerda también la violencia homófoba que se desató. El reporte anual de SOS homofobia indica un alza de un 78% de los actos homófobos durante el periodo del debate sobre el matrimonio igualitario.

Violencia que se trasladó verbalmente a la cámara baja. Pero tras 136 horas de debate en el Parlamento, la ley Taubira fue adoptada el 23 de abril del 2013.

Al pasar la ley, el movimiento de la “Manif pour tous” no perdió ímpetu, llegó a alcanzar envergadura europea y se hace presente en cada debate de sociedad como la eutanasia. De hecho, la primera versión de la ley Taubira preveía un debate enseguida sobre la procreación medicamente asistida para todas las mujeres. Pero dio marcha atrás por temor a reactivar las tensiones.

Casarse por elección y no por necesidad

Habrá que esperar el 2 de agosto del 2021 para que el Parlamento abra la llamada PMA a todas las mujeres, incluyendo a las solteras. Y la ley de bioética de febrero del 2021 simplifica los trámites de filiación para las parejas de mujeres.

“Para mí el matrimonio no protegía del todo a las familias, porque antes de la ley sobre la bioética se tenía que hacer una adopción intrafamiliar tras una PMA. Y durante un año, una de las dos mamás no era reconocida. Para mí, el matrimonio era una cuestión de igualdad” pero la ley del 2013 no resolvió todos los problemas, estima Hélène Avril.

Aimée la pequeñita de Helene y su compañera fue concebida en Madrid. Antes de cruzar la frontera, la pareja hizo una declaración con un notario para que en el momento del nacimiento las dos madres sean reconocidas. Lo que la pareja percibió como una injusticia porque un hombre puede declarar a un recién nacido en la alcaldía sin probar nada y sin siquiera ser el padre biológico.

A pesar de ese sin sabor, Hélène y su pareja aplauden la apertura de las instituciones: “Cuando fuimos ayuntamiento todo fue muy acogedor y todo estaba listo. En la maternidad también. Todo estaba listo para estas nuevas familias y eso que fuimos las primeras”.

Según el Instituto nacional de la estadística, 70658 parejas se han unido gracias a la ley Taubira, o sea un 3% de todos los matrimonios civiles celebrados en una década.

Por ahora, Hélene y su novia no tienen contemplado casarse, sobre todo, porque no necesitan el amparo de esa institución para garantizar la filiación. Pero “era un paso muy importante hace diez años, darle visibilidad a esas parejas. Culturalmente, la sociedad se ha hecho a la idea”.

Cuando uno busca un derecho no es para que el derecho sea explotable por todos, sino para que exista. No era por abogar un cierto tipo de relación institucionalizada, sino para que simplemente la sociedad fuera igual y otorgara los mismos derechos a todas las personas. Pero en efecto, hay muy pocas personas homosexuales, lesbianas, que se casan”, apunta Víctor Hugo Ramírez García.

En una década el camino ha sido largo y empedrado. Muchos temas de igualdad quedan pendientes empezando simplemente por los formularios de algunas administraciones que siguen escribiendo "padre y madre". Y en cuanto a la adopción, una revisión se impone para disminuir el tiempo de espera, sin hablar de la GPA, los vientres de alquiler, que sigue estrictamente prohibida en Francia. Pero en 10 años, la familia homoparental y las uniones del mismo sexo se han vuelto una realidad y se han unido a un cambio mucho más amplio de la configuración de la familia o de lo que significa una familia.

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Gracias a Yamisel, David, Lucas, Hélène y a las más chiquitas, Margaux y Aimée.

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